martes, 4 de mayo de 2010

"Que vivan los estudiantes..." (Violeta Parra)


VAMOS POR MÁS

En los últimos meses se ha lanzado una especie de campaña política pública que califica al PO como un “partido estudiantil”. Detrás de la misma, se encuentran corrientes diversas –y hasta cierto punto opuestas– que van desde las sectas de la izquierda hasta el kirchnerismo. El mayor vigor de la campaña corre por cuenta de los ‘jóvenes K’.

Se trata de una falacia: nuestro desarrollo es convertido en una desventaja. Los mentores de esta estafa vienen retrocediendo en la Universidad, por un lado, y en los colegios, por el otro. Lo que pretende ser un ataque a nuestro partido es, antes que nada, un reconocimiento a que defendimos nuestra presidencia de la Fuba durante una década, a que nos extendimos a nuevas universidades del interior y a que somos la organización que está a la cabeza de la formación de los centros de estudiantes secundarios y terciarios en todos lados.

Como nuestros críticos no han logrado –aunque sí lo han querido– el desarrollo y la influencia que sí logró el PO en el movimiento estudiantil, han montado esta campaña para ocultar su fracaso. Esta es la verdad y nada más. Algo similar sucedió en el pasado reciente, cuando debido al desarrollo excepcional que el PO había conquistado en el movimiento piquetero, nuestros adversarios –que la veían por TV– decidieron ocultar su descomunal fracaso en intervenir en este movimiento, calificándonos como el “partido piquetero”. Como podemos ver, no hay nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, el ataque al PO como “partido estudiantil” o “partido piquetero” encubre un ataque contra los estudiantes y los piqueteros en tanto tales. A éstos últimos, las sectas de izquierda los despreciaban por “lúmpenes”; a los primeros, ahora los desprecian por “pequeñoburgueses”. O sea que el ataque al PO es la expresión última de un ataque a los sectores populares.

En esta manipulación subyace una cuestión de método, porque nuestros detractores presentan como una contradicción nuestra condición de “partido piquetero” y de “partido estudiantil” con nuestro carácter de “partido obrero”. Pero ya Lenin adjudicaba a los socialistas la tarea de una agitación política, contra el Estado, entre todas las clases sociales. Esta concepción, que para el PO tiene un carácter “fundacional”, es esquiva al resto de la izquierda, cuyo horizonte es el sindicalismo; o sea, limitar a la clase obrera y a sí mismos a los límites del capitalismo. En el caso concreto del movimiento estudiantil, nadie ignora que es imposible lograr una influencia en él sino es como parte de una influencia política de conjunto de un partido y de sus ideas. La “cuestión estudiantil”, como tal, no tiene existencia independiente. El movimiento estudiantil es el receptáculo de la influencia de todas las tendencias sociales. No por casualidad, el peronismo, en los ’70, logró ganarse a los estudiantes, igual que el alfonsinismo en los ’80. En ninguno de los dos casos se trató de una política “estudiantil”, sino de una tendencia política más general. Los K, sin embargo, no pudieron repetir lo que lograron sus antecesores.

Lucha política

El proceso político que llevó a que el PO se constituya en el “partido estudiantil” –o sea, en el partido que ganó la mayor influencia entre los estudiantes y la mayor cantidad de estudiantes– recorrió varios momentos políticos cruciales: 1) el hundimiento y fracaso del “progresismo” de Chacho Alvarez y del Frepaso, que en sus primeros momentos había conquistado a buena parte del estudiantado; 2) el golpe mortal que representó para la Franja Morada el Argentinazo, en el que el PO estuvo todo el tiempo identificado como protagonista; 3) la bancarrota del “independentismo” y el “basismo”, que surgieron en los primeros momentos de 2001 y que se disolvieron entre la impotencia y la cooptación; 4) la experiencia recorrida con el kirchnerismo, que pretendió refundar el movimiento “nacional y popular” también en el estudiantado, pero que no pudo dar ni dos pasos seguidos en esa dirección porque se reveló prontamente como una tendencia reaccionaria y conservadora.

Cada uno de estos momentos fueron fases de la lucha política que todas las tendencias quisieron aprovechar, pero no pudieron. Por ejemplo, el Frepaso pretendió valerse del desprestigio de la UCR y el PJ para armar una tercera fuerza y terminó salvando al radicalismo en retroceso con la Alianza, pero hundiendo su propio armado político; los “autonomistas” quisieron aprovechar el impulso de las asambleas populares de 2001 y el derrumbe de los partidos tradicionales que se produjo en el Argentinazo, pero rápidamente mostraron su inconsistencia programática y el carrerismo de sus máximos dirigentes, que se pasaron al kirchnerismo como funcionarios rentados; el kirchnerismo intentó un gran desembarco en la Universidad –“Jóvenes K”– cuando corrían los tiempos del “transversalismo” y de los precios altos de la soja, pero los resultados conseguidos fueron escasos. Con un comienzo malo, el final fue peor. En sus ya siete años de gobierno, el kirchnerismo no ha podido hacer pie en el movimiento estudiantil, de ahí que sus partidarios pretendan descalificarlo.

Este proceso político se presentó objetivamente para todas las fuerzas políticas actuantes. Si el resto de la izquierda no pudo convertirse en el “partido estudiantil” no fue porque no quiso. Esto vale, por ejemplo, para el PCR y el MST, que comenzaron en este proceso con mayor fuerza que el PO. Pero se dedicaron, primero, a ‘franelear’ en la universidad con los “decanos progresistas” y acabaron apoyando al gran capital sojero. El PO, que había privilegiado un frente único con estas fuerzas para ganar la Fuba, pasó al frente ante el pasaje de esta izquierda al bando capitalista del campo.

Otras sectas de izquierda también fracasaron estrepitosamente: se limitaron a “balconear” el proceso político estudiantil –como antes habían hecho con el movimiento piquetero– y a disimular esta inconsistencia y sus pocas energías con los ataques contra nosotros. Semejante conducta no podía conducir a otra cosa que al aislamiento y a la impotencia política. Allá ellos.

En todo este proceso, que abarcó a varias etapas políticas bien definidas, el PO intervino de manera sistemática con un método político. Siempre tuvimos en cuenta los intereses generales del movimiento de lucha, estableciendo las delimitaciones políticas a partir de esos intereses y de la experiencia real del movimiento, y no por cuestiones de secta o de interés de capilla. No rechazamos, por ejemplo, un frente único con el “autonomismo”, en 2001, para ganarle la Fuba a Franja Morada (estuvimos allí como fuerza minoritaria), pero señalamos de entrada su inconsistencia programática y pasamos al ataque ante su capitulación frente al kirchnerismo. Lo mismo hicimos con la izquierda democratizante, con la cual enfrentamos juntos al kirchnerismo en una etapa, pero advertimos, primero, su tendencia al compromiso con éste y, luego, la atacamos cuando se pasó al bando del gran capital sojero. En ningún caso tuvimos necesidad de embellecer a aliados circunstanciales para justificar un frente único, ya que a éstos los explicamos por su papel concreto en las disputas del momento.

Este método promovió la construcción de una organización socialista de la juventud y el reclutamiento de jóvenes revolucionarios. Esta consistencia política y organizativa lleva a nuestros adversarios a llamarnos “partido estudiantil”.

¿Y ahora qué?

Nuestros adversarios advierten ahora que “está a punto de llegarnos nuestra hora” y que “podemos perder lo que hemos conquistado”. Es decir que ser el “partido estudiantil” se ha convertido en una desventaja de ser una conquista. Advierten que “Proyecto Sur y Pino Solanas desplazarán a la izquierda”; o que “el renacer de la UCR como alternativa de gobierno para 2011 fortalecerá a la Franja Morada en las universidades”; que, “gracias a la ley de medios, el kirchnerismo ahora sí crecerá entre el estudiantado”. Por cierto que no es aconsejable en política ignorar los peligros y las advertencias. También nosotros preferimos, algunas veces, pecar de prevenidos que de confiados, pero al mismo tiempo no debemos desconocer las tendencias de fondo que dominan la situación política –bancarrota mundial capitalista mediante.

Sucede que al mismo tiempo que Proyecto Sur aparece con empuje por su resultado electoral en la Capital, cada vez más son las tendencias que empujan a convertirlo en un nuevo Frepaso. En el activismo estudiantil, el bloque único que tienden a formar Solanas y Lozano con los Morales, Macri y Carrió causa un rechazo que tiende a generalizarse. Lo mismo su apuesta a un frente con Binner y Juez. La propia CTA, que está detrás de Proyecto Sur, se encuentra amenazada por una fractura. Por último, y de manera cada vez más evidente, Solanas se revela como un pequeño cacique, que maneja su partido de manera vertical. Sobre el fortalecimiento de la UCR, no lo podemos negar, pero una cosa muy distinta es que eso reanime a Franja Morada como fuerza movilizadora. Si la Alianza entre la UCR y el Frepaso no logró que la UCR vuelva a ser la de 1983, con la Coordinadora y sus actos de masas, mucho menos lo posibilitará la actual alianza de la UCR con Carrió y Pinedo. Franja Morada sobrevive como apéndice de la burocracia universitaria de los rectorados y, en política, como representante de la derecha antichavista continental. Sobre K y la ley de medios, sólo decimos que una ley para los monopolios telefónicos no será el pasaporte para que los “nacionales y populares” se ganen a la juventud.

Estas apreciaciones no descalifican de cuajo a los agoreros. Pero el movimiento de fondo de la sociedad está marcado por la crisis mundial y la crisis política que impone rigurosamente. Este cuadro abre crisis y brechas, y favorece, material e ideológicamente, la pelea por influenciar a la mayoría del estudiantado.

Vamos por más

En función de esta perspectiva, pretendemos convertirnos en un “partido re-estudiantil”, o sea, seguir conquistando nuevas camadas para el socialismo. Trabajamos para extender nuestra influencia al conjunto de las universidades del país y llevar más a fondo el trabajo de organizar a los secundarios y terciarios.

Para esto nos valemos de lo que hemos conquistado. El pasado 22 de abril, por ejemplo, por iniciativa de la Fuba logramos armar una jornada nacional de lucha con el planteo “No a la deuda, sí a la educación y la universidad”. En diferentes puntos del país logramos realizar movilizaciones con ese planteo. En otros, como el caso de Tucumán, lo hemos combinado con la lucha contra el saqueo de los monopolios mineros. Con estos planteos, la UJS-PO de Tucumán se presentará a elecciones en nueve facultades, lo que representa un crecimiento significativo. En Salta, estamos a la cabeza de la lucha por reorganizar la Federación Universitaria a partir de ganar el Centro de Humanidades. En Santiago del Estero, la UJS está adquiriendo un desarrollo masivo, incluso en las universidades privadas. De igual forma, en las provincias del NEA (Chaco, Corrientes, Misiones, Formosa), la UJS-PO está avanzado a pasos acelerados, ganando nuevos militantes e incrementando su influencia. En Córdoba, donde asistimos al derrumbe de la agrupación La Bisagra – que era la alternativa por izquierda a la Franja y que ahora está divida, integrada al Rectorado con los radicales y cooptada por el kirchnerismo– , la UJS crece y tiene en su horizonte la conquista de los centros de estudiantes. Lo mismo sucede en las universidades del Conurbano y en La Plata.

De conjunto, la etapa actual de la crisis está produciendo nuevos reacomodamientos. Los grupos independientes están atravesando nuevamente crisis y divisiones. Por otro lado, la bancarrota capitalista vuelve a plantear la necesidad de movilizaciones y luchas. Ante esto, el PO aborda la situación con una política de conjunto. La reivindicación del no pago de la deuda externa tiene un carácter internacional, con la crisis de los Estados europeos, y un abierto carácter político, con el pago con reservas en Argentina. Una ley de “consenso” entronizará ese método de pago por parte de oficialistas y opositores.

Con este planteo hemos decidido encarar la campaña hacia el Congreso de la FUA, que se realizará a fines de mayo. Como ya es claro para cualquiera que de ese Congreso no saldrá ninguna Federación nacional dispuesta a una lucha, hemos propuesto a todas las fuerzas combativas, a las federaciones y centros de estudiantes realizar un Congreso o Encuentro de todos los sectores que defiendan un planteo de movilización, en el marco mismo del Congreso de la FUA, para votar un plan de lucha nacional y un programa. Para esto, la UJS ha lanzado un llamamiento a todo el movimiento estudiantil; sus organizaciones y sus dirigentes, en primer lugar los de la UBA, realizarán una gira por todas las universidades del país llevando esta propuesta, realizando charlas y reuniones. La UJS se ha dado un plan para movilizar centenares de jóvenes al Congreso de la FUA para apoyar esta perspectiva.

Conclusión

La crisis política abierta en el país y la bancarrota capitalista mundial presentan el gigantesco desafío de ganar a la masa de la juventud –que el capitalismo reúne en los colegios y facultades– a la causa del socialismo y a ganar a su vanguardia para la construcción de un partido socialista y revolucionario de la clase obrera. Los pasos que hemos dado en ese sentido son importantes, pero son recién los primeros. Nos esforzaremos para que el Partido Obrero sea el “partido recontra re-estudiantil”.

Gabriel Solano

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